En mi colección de objetos únicos hay piezas que cuentan historias, y pocas tan emocionantes como la firma original de Lionel Messi que obtuve en 2006, en un momento clave de su carrera y de la historia del fútbol argentino.
La anécdota ocurrió en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, cuando el astro llegaba procedente de Barcelona para sumarse a la Selección Argentina que disputaría el Mundial de Alemania 2006. Recuerdo claramente aquella madrugada: Messi arribó en un vuelo de Aerolíneas Argentinas, con apenas 18 años y la sencillez de quien aún no era consciente del fenómeno mundial en el que se convertiría.
Tuve la suerte de poder cruzar unas palabras con él. Fue un encuentro breve, pero suficiente para descubrir a un joven amable, humilde y accesible. Allí mismo conseguí su autógrafo, una rúbrica que hoy forma parte de mi colección y que conservo como un verdadero tesoro.
Un año antes, en agosto de 2005, Messi había debutado en la Selección mayor. Y solo unos meses después de aquel encuentro en Ezeiza, se transformaría en el argentino más joven en jugar y en marcar un gol en un Mundial. El destino estaba escrito, y yo había tenido la oportunidad de presenciarlo en primera persona, justo antes de que su leyenda comenzara a brillar con fuerza.
Hoy, esa firma de Lionel Messi puede verse dentro de mi colección, junto a otros objetos que cuentan historias de pasión, deporte y momentos irrepetibles.
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